lunes, 14 de marzo de 2011 | By: Famara González Díaz

Querido "maestro"...

Quiero agradecerte tus grandes enseñanzas y regalos,
Te buscaba en el entrelace de manos de personas desconocidas, mientras miraba las mías, frías y vacías. Mi imaginación jugaba con la incógnita de cómo sería el abrigo de un abrazo o el breve roce de tus labios en mis mejillas. Ahora me alegra saber que no me contaminé de tus falsos gestos enmascarados, plagados de indiferencia, arrogancia y mala fe.

Me has dado la espalda en mis enfrentamientos con la vida, te has burlado de cada una de mis caídas, pero te he ganado, creías que no me quedaban fuerzas y que de esta no saldría. Soy un cuerpo magullado, dolido, remendado y curado. Sigo en pie, viva, ¿me ves?. No voy a darte el placer de verme derrotada otra vez.

Tengo reservada tu frase burlona, llora que es bueno para los pulmones. Tú habrás reído mucho porque en esta carrera, no eres de los primeros corredores. El ego te llevó a conocer a Soledad, recoges lo que siembras pero hazlo rápido porque los perros de la Miseria te pisan los talones.

Siempre buscando a alguien a quien cargar tus culpas, rabia, ira, desgracia... Yo no soy burro de carga de nadie y menos de una persona tan miserable. Si algo te agradezco es usarte de reflejo para dominar mi carácter.

No existirás en mi futuro, eres una vaga imagen en el presente y tu presencia se esfuma de mi pasado. He superado uno de mis grandes miedos, cuando me miraba en el espejo me devolvía tu rostro, sentía que era otro monstruo pero ahora sé que no seguiré tus pasos.

Contigo aprendí a sentir pena, el sentimiento más mísero que se puede sentir hacia un ser humano, es el único terreno que en mi corazón has conquistado.


Un indiferente saludo de tu
aprendiz.

1 comentarios:

Unknown dijo...

Famara, me ha conmovido tu relato plagado de valentía ante la maldad humana, a esas piedras que nos encontramos en el camino lo mejor es darlas una patada que las mande al vacío, donde deben estar.

Me alegro de tu fortaleza de luchadora, y te digo que en la distancia otras personas desean que nadie te haga daño.

Un fuerte abrazo...

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